La obsesión mórbida por la descomposición de la identidad es una constante gótica. Constituye una ambigua fuente de deleite para una literatura que nació a raíz de las contradicciones inherentes al inicio de la Modernidad. Pero, sobre todo, representa un fiel reflejo de seres divididos ante una crisis de creencias o caos cultural y social que encuentra su máxima expresión en la figura del Doppelgänger. El planteamiento de una personalidad en constante proceso de divisibilidad y el ininterrumpido cruce de fronteras y límites que caracteriza al género gótico, son factores a tener en cuenta a la hora de entender la función de los narradores de Weldon. Por un lado, tal y como muestro, hay personajes que, además de ser narradores, participan en el desarrollo de la trama y representan un doble o una extensión de la heroína en el sentido de que están aquejados físicamente por la vulnerabilidad psíquica que debilita a la protagonista. Otros constituyen presencias intrusas, cuya existencia no está ficticiamente aclarada en la novela, lo cual puede ser interpretado como una deconstrucción de la entidad del narrador. Sus voces derivan, en novelas más recientes, en un juego de repetición de reflejos, resultado de una multiplicación de alter-egos de la autora, que ocupan un ámbito a caballo entre la realidad y la ficción. Como resultado de este desmantelamiento de límites se producen brechas en entes artificialmente herméticos, respondiendo así a la única concepción ética sostenible, la basada en la negación de la existencia de significados últimos y finales.

 

Una atmósfera pseudo-gótica sirve de telón de fondo para iluminar y conferir teatralidad a los conflictos internos y externos a los que las heroínas de Weldon se van a tener que enfrentar para lograr una existencia plena. Por consiguiente, en su producción literaria, Fay Weldon no se aleja de lo que considera un postulado inaugurado por las novelas de Jane Austen: el que consiste en equiparar lo moral a lo personal y emocional. La visión gótica se proyecta sobre la anodina y rutinaria vida de unas amas de casa, en las primeras obras, o pone de relieve el contraste producido entre el éxito social de algunas heroínas y su desastrosa vida privada a causa de su ingenuidad, en las últimas, obteniendo un resultado final que se podría definir como mock-gothic.

 

Por tanto, en el mundo pseudo-gótico creado por Weldon, los personajes y narradores son invariablemente arrastrados a situaciones límite. La fascinación por los planteamientos melodramáticos e incluso escabrosos, característicos del género gótico, se impregna en las novelas de Weldon de humor negro con el fin de reflejar circunstancias extremas que van a obligar a sus heroínas a reaccionar ante la fatalidad y a tomar las riendas de sus vidas. La adopción de una perspectiva gótica resulta muy comprensible desde la consideración de que, precisamente por sus excesos y exageraciones, este género es el vehículo perfecto para forzar a las protagonistas a enfrentarse con conflictos no resueltos, a confrontar temores atávicos que las paralizan, a aceptar su corporalidad.

NARRADORES